El birrete blanco

Este famoso cuento corto de los hermanos Grimm, ‘El zagalillo’, nos habla de cómo con ingenio y con inteligencia, se pueden conseguir cosas realmente increíbles. Este es el caso de un muchacho joven y bien humilde que consiguió cambiar por completo su vida gracias a su tremenda inteligencia.
Había una vez un zagalillo (un zagal pequeño) que se hizo famoso por sus inteligentes respuestas a preguntas muy complejas. Tal fue su fama, que su nombre comenzó a sonar en diferentes reinos.
Pronto llegó a oídos del rey, quien sintió una gran curiosidad por conocer al joven. Así es que lo mandó llamar a su presencia. Cuando el chiquillo estuvo ante él, le dijo:
– Tengo entendido que tu destreza para responder a preguntas difíciles es insuperable… Si eres capaz de responder a tres preguntas que voy a hacerte, vivirás conmigo en palacio como si fueras mi hijo.
– De acuerdo- respondió el curioso muchacho- ¿Cuáles son esas preguntas?
– En primer lugar, me gustaría saber cuántas gotas de agua hay en el océano– dijo entonces el rey.
Todos los allí presentes se sobrecogieron. ¿Cómo iba a saber nadie cuántas gotas de agua hay en el océano? Sin embargo, el zagal, respondió lo siguiente:
– Majestad, si ordenáis que detengan todos los ríos del planeta, podré contar las gotas que hay en el océano, en el momento en el que no entre ninguna más.
El rey, que se dio cuenta de que eso le era imposible, pasó a la segunda pregunta:
– Está bien, aquí va la segunda pregunta: ¿cuántas estrellas hay en el cielo?
De nuevo, se escucharon murmullos de asombro alrededor.
– ¿Podía darme un pliego grande de papel?- preguntó entonces el joven.
El rey ordenó que le acercaran un pergamino y el zagalillo lo comenzó a llenar de pequeños puntos diminutos, tan apretados y pequeños, que se nublaba la vista al intentarlos enfocar.
– Aquí tiene, majestad. En el cielo hay tantas estrellas como puntos hay en este papel… Si los cuenta, sabrá la respuesta.
Pero el rey fue incapaz de contarlos, puesto que perdía la cuenta constantemente y le entraba un gran mareo al intentar enfocar los puntos.
– Está bien, está bien, pasemos a la tercera pregunta: ¿cuántos segundos tiene la eternidad?
Entonces, el muchacho dijo:
– En Pomerania hay una montaña de diamantes. Tiene una lengua de alto, otra lengua de ancho y una lengua de fondo. Desde hace cien años, se posa en ella un ave pequeño y afila allí su pico. Cuando este pequeño ave haya desgastado la montaña, habrá pasado el primer segundo de la eternidad.
– Sin duda, contestaste a todas mis preguntas como un sabio- dijo entonces el rey- A partir de ahora, vivirás conmigo como si fueras mi hijo.
Utiliza este fantástico cuento del zagalillo para reflexionar acerca de:
La mejor respuesta es la que deja sin palabras a quien hizo la pregunta, tal y como sucede en este precioso cuento de los hermanos Grimm del zagalillo.
En el primer caso, el rey obtendría la respuesta si paraba el curso de los ríos, algo totalmente imposible; en el segundo caso, tenía que contar puntos diminutos que escapaban a la vista y en el tercer caso, tenía que acudir a un lugar inalcanzable para comprobar cuándo pasaba un segundo de la eternidad. Las tres preguntas, por lo tanto, tenían respuesta, pero las respuestas eran inalcanzables.
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